A fines del s XVIII además de Colonia del Sacramento el otro poblado dominante en el Departamento de Colonia era la zona era Rosario del Colla, actual ciudad de Rosario, de origen español, fundada en 1775 y que a fines del siglo XIX era el principal polo comercial e industrial del departamento, con varios hoteles y fondas e industria molinera, herrerías y fábrica de carruajes.
COLONIA VALDENSE
La primer corriente inmigrante que llegó al departamento fueron los Valdenses, corriente religiosa fundada en Francia en el siglo XII por Pierre Valdo, quien realizó una interpretación de la Biblia que las autoridades de la Iglesia Católica rechazaron. El Concilio de Verona (1184) incluyó a los valdenses entre los movimientos condenados y en 1190 el obispo de Narbona pronunció contra ellos la condena de herejía. Fueron perseguidos y se refugiaron en el Piamonte italiano.
A mediados del siglo XIX las penurias económicas llevaron a un grupo de valdenses a emigrar a Uruguay. Primero se radicaron cerca de Florida, de donde fueron corridos por los curas y la comunidad católica. En 1858 fueron acogidos con mucho gusto por la Sociedad Agrícola del Rosario y se especializaron en la producción hortifrutícola y lechera intensivas.
Los piamonteses crearon La Paz y Colonia Valdense, y contribuyeron a gestar otros centros poblados, como Ombúes de Lavalle, Cañada Nieto, Chico Torino, Colonia Cosmopolita.
COLONIA SUIZA
Poco después en 1861 arriban las primeras familias suizas, unas 40, que embarcaron en 1861 en el puerto de Le Havre, Francia, viajaron a vela 47 días hasta Montevideo y luego, en buques de cabotaje, remontaron el Plata y el río Rosario y arribaron entre octubre y noviembre a las cercanías de las colonias valdenses. El grupo mayoritario, unas 100 familias, llegó en 1862, y la tercera y última oleada se registró entre 1880 y 1883.
Los colonos eran guiados por líderes civiles y religiosos calvinistas y luteranos, y una familia llamaba a otra mediante cartas cargadas de esperanzas. Provenían de cantones suizos de habla alemana, francesa e italiana, corridos por la escasez o el hambre y atraídos por buenas tierras a bajo precio.
Los colonos comenzaron a acriollarse cuando, tras la reforma escolar de José Pedro Varela, aceptaron la imposición del idioma castellano en sus escuelas, en las que hasta entonces el primer maestro, Elías Huber, enseñaba en alemán y francés.
Las comunidades, que a veces rivalizaban entre sí pues arrastraban las querellas sectarias europeas, sentaron una sólida colaboración a través de algunos líderes religiosos y civiles como el alemán Arnoldo Richter, el patriarca valdense Daniel Armand Ugón, quien en 1888 creó en Colonia Valdense el primer liceo del Interior del país, y el suizo Federico Gilomen.
Agrícultura en un pais ganadero y en constantes revueltas
Los suizos y los valdenses venidos a Uruguay, aunque fuesen hambrientos sin alcurnia, trajeron consigo un tesoro esencial: la agricultura, y la cultura del trabajo. Era precisamente lo que deseaban quienes financiaron su traslado: los 36 accionistas de la Compañía Agrícola del Rosario Oriental, liderada por Doroteo García, que se había creado en 1857 tras comprar 4.000 cuadras, equivalentes a más de 2.500 hectáreas, al abogado, político y periodista José Pedro Ramírez (1836-1913)
Doroteo García (1807-1885), hijo de un gallego y blanco de Manuel Oribe, fue ganadero, pionero de la forestación y la apicultura y ministro de Hacienda de Gabriel Pereyra a partir de 1856. También fomentó el arribo de europeos agricultores en un intento de "civilizar" a un país de cultura ganadera, ecuestre y beligerante.
Las tierras que la Compañía Agrícola del Rosario Oriental vendió en pequeñas fracciones a colonos suizos, valdenses, franceses, austríacos e italianos estaban ubicadas en el antiguo Rincón del Rey, una zona delimitada por el río Rosario, el arroyo Cufré y el Río de la Plata.
En la región también había explotaciones agropecuarias de las familias Oribe y Ramírez y de empresarios ingleses que desde 1839 se empecinaban en criar delicadas ovejas merino, contra toda lógica y pese a los desastres de la interminable Guerra Grande (1839-1851)
Innovación. Federico Fischer importó para la colonia en 1864 la primera trilladora a vapor, que estuvo operativa en 1868, Esa trilladora era un enorme aparato, cruza de locomotora con granero, que no iba hacia el trigo, pues no se desplazaba, sino que el trigo segado debía ser introducido en su tolva para separar la paja del grano. Fue todo un acontecimiento que representó la piedra angular de la modernidad en Uruguay, junto al primer ferrocarril, que corrió también en 1868 entre las afueras de Montevideo y La Paz, en Canelones.
Los pequeños enclaves de piamonteses y suizos eran despreciados por estancieros y gauchos, porque en toda civilización de grandes espacios abiertos el ganadero despreció al agricultor.
Un piamontés, en carta a su familia, habló maravillas sobre estas tierras aunque lamentó las permanentes guerras civiles. Sin embargo son respetuosos con los extranjeros, añadió; "los únicos que corren riesgos (con los conflictos) son los caballos", que eran robados sin contemplaciones como herramienta de guerra fundamental.
Los suizos escribían cosas similares a sus familiares y los instaban a seguir sus pasos: la región era un paraíso, abundaban la tierra fértil, la leña, el agua y el ganado vacuno y equino. No existía persecución digna de destaque por motivos religiosos y se respetaba a los extranjeros, aunque no tanto a sus caballos. En suma, "quien no hace riqueza aquí no la hará en ninguna parte". Solo debían traer consigo herramientas hogareñas y agrícolas, y semillas, pues en la región eran escasas o inexistentes.
Plantaron cebada, produjeron cerveza, la embotellaron en soberbios porrones importados de Glasgow y la vendieron en la región. Crearon su propio dinero: bonos con una sola cara impresa que eran aceptados en la comunidad e incluso en Rosario del Colla.
Provenientes del sistema militar obligatorio de su patria, que hasta hoy arma a casi todos los ciudadanos, importaron rifles Vetterli, y luego Mauser, y crearon el club Tiro Suizo en 1874.
Algunos valdenses, llegados durante el gobierno de Bernardo P. Berro, se inclinaron hacia el Partido Blanco. Pero el grueso de la comunidad, liderada por el pastor Daniel Armand Ugón, mantuvo fluidos vínculos con los gobiernos del Militarismo (1875-1890) y del Partido Colorado.
Algo similar ocurrió con los suizos. El patriarca Federico Gilomen reclutó entre los colonos suizos y valdenses una fuerza armada que se integró a la Guardia Nacional de Colonia, al servicio del gobierno de José Batlle y Ordóñez, durante la guerra civil de 1904. Sin embargo, andando el siglo, la zona de Nueva Helvecia se decantó decididamente por el Partido Nacional.
Los hoteles de la "fondue" y del turismo rural
También fueron pioneros en la industria del turismo y a que muy temprano algunos inmigrantes suizos habían asumido que su colonia estaba a mitad de camino entre Buenos Aires y Montevideo y resolvieron instalar hoteles y fondas de buen nivel para viajeros con ciertas pretensiones.
La historia de la hotelería en Uruguay comenzó en 1858 cuando se inauguró en Montevideo el Hotel Pyramides, que en 1867 cambió su nombre a Hotel Cosmopolita y en 1874 pasó a llamarse Gran Hotel Pyramides. El segundo de la capital fue el Hotel Oriental, que abrió en 1865.
El Hotel Nueva Helvecia fue creado en 1868 por Pelegrino Helbling para acoger a turistas europeos, montevideanos y porteños, que preferían los ambientes rurales para descanso y recreo pues entonces no existía el turismo de playa.
Le siguió el Hotel Suizo, un caserón abierto en 1872 por Federico Fischer, en una zona de chacras y a unos kilómetros de Nueva Helvecia, que entonces era un caserío pequeño desprovisto de árboles crecidos. Hoy, 140 años después, Hans-Ruedi Bortis, embajador de Suiza en Uruguay, ha hecho del Hotel Suizo su segunda casa. Alberto Reisch creó el Hotel del Prado en 1897-1898 y le siguieron otros. El Hotel Nirvana, el más grande y lujoso del pago, se construyó recién entre 1941 y 1943, cuando la apertura de la ruta 1 facilitó las comunicaciones entre Buenos Aires, Colonia y Montevideo. Allí se sugiere cenar fondue de quesos locales y según receta original
Muy buen aporte para quienes como yo a los 65 años descubro viajando y leyendo MI PAIS AMADO con los antiguos fundadores y las proezas afuerza de trabajo y fe Gracias.
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