El Oeste que Conquista
No sólo del Este vive el turismo uruguayo. En Colonia, la mano de los argentinos y un creciente flujo de viajeros internacionales está sembrando glamour a orillas del Río de la Plata y poniendo celosa a la Península.
Hace ya un buen tiempo que Colonia goza de buena salud a la hora de convocar turistas de todas partes del mundo. Sin poner en duda el liderazgo del casco histórico de su capital como receptor de viajeros ávidos por anotar nuevos destinos en sus bitácoras, otros puntos del departamento están ganando adeptos día a día. Carmelo y sus alrededores llevan la delantera.
Uno de los emprendimientos más importantes de la zona, capaz de seducir al visitante acostumbrado a contar estrellas, poner a prueba su paladar con platos exóticos y evaluar la calidad de los spa de cuanto hotel pisa, es el Four Seasons Resort, ubicado en la ruta que une Carmelo con Nueva Palmira. Al reconocido servicio ofrecido por la exclusiva cadena hotelera hay que sumarle una cancha de golf de 18 hoyos –considerada por los entendidos como una de las mejores del continente–, otra de polo, cabalgatas a orillas del río, un spa de mil 200 metros cuadrados, y hasta una estancia para organizar asados y fogatas criollas, además de la fotografiada piscina y los amplios bungalows. Allí, en el reino del dolce far niente, no hay lugar para el estrés. Si todo eso parece de película, al llegar al Club de Campo El Faro (apenas a medio kilómetro por la ruta 21), el viajero creerá que sólo falta Jim Carrey para estar en el escenario de The Truman Show. Sus 120 hectáreas albergan unas 60 idílicas casas, que se abren paso a ambos lados de las calles de tierra. Empresarios, políticos y personajes del jet set argentino llegan –en su mayoría– por mar o por aire a pasar el fin de semana en esa porción del paraíso. Una pista de aterrizaje para avionetas y jets privados cercana al Four Seasons recibe tanto a los pasajeros del cinco estrellas como a los moradores del country. Desde Buenos Aires, el vuelo dura menos de veinte minutos, pero hay quienes prefieren venir a El Faro en su yate y dejarlo en una de las exclusivas amarras de Puerto Camacho, una suerte de marina que hace lugar a un almacén-lechería, un resto-bar y una capilla igualmente increíbles.
A pocos metros de allí, una antigua casa de campo se convertirá a partir de marzo en una pequeña posada con tres habitaciones, ideal para organizar reuniones y almuerzos distendidos.
La lechería de Puerto Camacho parece salida de un cuento de hadas: todo es blanco, impoluto y con detalles retro que harán las delicias de muchos, como las botellitas de yogur, que recuerdan a las viejas botellas de Conaprole.
A unos pasos del almacén se encuentra el resto-bar Basta Pedro, que en temporada baja sólo abre sus puertas los fines de semana. Un almuerzo para dos personas (plato del día, postre y bebida) cuesta aproximadamente 350 pesos, pero quienes quieran gastar menos o seguir viaje más rápido pueden conformarse con una pizza o una cerveza.
Retomando la ruta 21, hacia el norte, está la Bodega y Granja Narbona. En un viejo almacén funcionan allí, desde hace cuatro años, un restaurant, un salón de té y una pequeña posada de dos habitaciones. La especialidad de la casa es la pasta, y por 70 dólares pueden cenar dos personas. Con vino y a la luz de las velas. Los bolsillos más flacos deberán contentarse con un té completo –tartas, scones y alfajores– a 12 dólares por cabeza. Está abierto todos los días, a partir de las nueve de la mañana, y vale la pena darse una vuelta, así sea para comprar vinos, quesos, mermeladas o dulce de leche de elaboración propia.
Buena parte del impresionante desarrollo turístico de la zona se debe al empresario argentino Pacha Cantón. “Hace unos catorce años vi un lugar increíble. Lo único que faltaba era gente que invirtiera, gente que le tomara confianza al lugar”, cuenta el ex financista, cuyo más reciente emprendimiento es la remodelación del aeropuerto, que incluye la construcción de una pista que permita el aterrizaje de aviones en vuelo desde Brasil. Además de estar al frente del country y de la bodega Narbona, Cantón está atento a todo lo que pasa en la zona y es un convencido de la enorme potencialidad de sus productos y de su oferta turística.
Lo mismo debe pensar la pareja estadounidense que está reciclando el casco de Tierra Santa para convertirlo, el próximo año, en una estancia turística y salón de té en Costa de Vaca, a unos 10 kilómetros de Carmelo.
Al caer la noche, si se busca más ruido y animación, hay que ir hasta la ciudad y entrar en la vinería Finca de Familias. Las cinco bodegas de la zona –Irurtia, Zubizarreta, Narbona, Cis y Cordano– transformaron un típico almacén en el lugar de encuentro preferido para aquellos que ya cruzaron los 30 años de edad. Por su lado, los más románticos no deberían abandonar Carmelo sin haber dado una vuelta por la rambla y observado el puente giratorio iluminado. Dicen que quien lo cruza una vez, seguramente regresará.
Guía Práctica Carmelo
Four Seasons Resort ruta 21 Km 262 (0542 9000)
Club de Campo El Faro ruta 21 Km 262,5. elfarosa@adinet.com.uy, www.elfarodecarmelo.com Bodega y Granja Narbona ruta 21 Km 267 narbona@adinet.com.uy, www.fincaygranjanarbona.com Vinería Finca de Familia Zorrilla y Bvar Artigas. Carmelo.
Fuente: Revista Paula
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